jueves, 8 de mayo de 2025

LÍMITES

 Llegar a este punto en tu vida no es egoísmo, es claridad. Es reconocer que tu paz vale más que cualquier vínculo forzado, que las relaciones deben sumar, no restar. 


Poner límites no es alejarse de todo el mundo, es seleccionar con consciencia quién merece estar cerca. Ya pasaste por suficientes pruebas, aprendiste que no todas las compañías son necesarias, y que no tienes por qué cargar con dinámicas que te desgasten. 


Si alguien complica tu tranquilidad, es señal de que no debe quedarse. La vida es demasiado corta para invertir energía en lo que no fluye. Así que sigue firme en tu decisión: rodearte de personas que aporten luz y mantener distancia de quienes solo traen tormenta. 

TODO PASA

 A veces, la vida nos sorprende con giros inesperados, con desenlaces que no se alinean con nuestros planes ni con nuestras ilusiones. Y en ese instante de decepción, parece difícil encontrar gratitud. Pero, si miras con atención, hasta aquello que no salió como esperabas trajo consigo un aprendizaje, una nueva oportunidad, una revelación sobre quién eres y qué necesitas.  


Agradecer por lo que no funcionó es aceptar que cada paso, incluso los que parecieron tropezones, te han acercado más a tu crecimiento. Es reconocer que lo que no fue, muchas veces, evitó un camino que no era para ti. Es entender que la vida, de alguna forma, siempre acomoda las cosas como deben ser.  


Así que suelta las expectativas frustradas, y en su lugar, abraza lo que sí quedó de ellas: una nueva perspectiva, una lección valiosa, una fuerza que antes no sabías que tenías. Porque al final, todo pasa, pero lo que de verdad importa es cómo eliges verlo. 

LÍMITES

 A veces, llegamos al límite sin darnos cuenta de cuánto hemos soportado. Aguantamos, justificamos, minimizamos. Pero luego, llega esa gota—pequeña, insignificante en apariencia—que lo cambia todo. No es el enojo ni el cansancio lo que nos hace reaccionar. Es el hartazgo acumulado, la voz interior que finalmente se atreve a decir: _hasta aquí_.  


Y bendita sea esa gota. Porque nos abre los ojos, nos obliga a reclamar nuestro espacio, nos enseña que el amor propio también implica poner un alto. No siempre es fácil, no siempre es cómodo, pero siempre es necesario.  


Así que si el vaso se derramó, no lo veas como una pérdida, sino como una oportunidad. Es el momento de reconstruir desde el respeto, la claridad y la convicción de que mereces relaciones y situaciones que sumen, no que desgasten. 

LEALTAD

 Es cierto, nadie está obligado a guardarte respeto. La lealtad y el respeto no son exigencias, son elecciones. Cada persona decide cómo tratarte, qué lugar darte en su vida y qué valores sostener en su relación contigo.  


Pero lo mismo aplica para ti. No puedes controlar cómo los demás actúan, pero sí puedes decidir lo que permites. No necesitas convencer a nadie de respetarte; simplemente, cuando alguien no lo hace, es tu señal para tomar distancia.  


La lealtad no se ruega, se demuestra. Y quien verdaderamente valore tu presencia, te guardará respeto no por obligación, sino porque entiende tu valor. Así que no malgastes tu energía en exigir lo que debería ser un acto natural. Da lo mejor de ti, pero también asegúrate de rodearte de quienes eligen hacerlo contigo. 

ESENCIA

 Ser una buena persona no es un papel que interpretas, sino una verdad que llevas dentro. Es parte de tu esencia, un reflejo de tus valores, de cómo decides actuar incluso cuando nadie está mirando. No significa ser perfecto ni nunca equivocarse, sino tener un corazón que busca hacer el bien, que sabe reconocer cuando se ha fallado y que sigue apostando por la empatía y la generosidad.  


La bondad no siempre es sencilla; habrá momentos en los que tu esencia se pondrá a prueba, en los que el mundo te hará cuestionar si vale la pena seguir siendo así. Pero recuerda: lo que eres no depende de las circunstancias ni de cómo otros actúan. Depende de ti, de tu voluntad de seguir brillando con tu autenticidad.  


Siempre serás una buena persona, porque esa es tu esencia, y lo que es genuino nunca se pierde. 

SANA PRIMERO

 La sanación es el primer paso antes de cualquier nuevo comienzo. Muchas veces buscamos amor, estabilidad o felicidad en el exterior, sin darnos cuenta de que todo empieza dentro de nosotros. No puedes construir algo sano sobre cimientos fracturados, ni esperar que alguien más llene los vacíos que solo tú puedes reparar.


Sanar primero significa mirarte con honestidad, enfrentar lo que duele, reconocer lo que necesitas y darte el tiempo para reconstruirte. Es un proceso, no una meta, y requiere paciencia, amor propio y voluntad. Solo cuando te permites sanar, puedes encontrar lo que realmente mereces: relaciones que sumen, caminos que te nutran y un bienestar que no dependa de lo externo.


No tengas prisa por llenar espacios. Dedícate a ti, porque cuando la sanación llega, todo lo demás empieza a acomodarse en su lugar. 

ESENCIA

 Dar es hermoso cuando nace del corazón, cuando es un reflejo de tu esencia genuina. Sin embargo, llega un punto en el que dar sin medida puede dejarte vacía, sin espacio para ti misma.  


Cuando alguien te dijo que no dieras tanto, quizá no era porque dar estuviera mal, sino porque a veces, en el afán de entregar, olvidamos que también merecemos recibir. No se trata de cambiar quién eres, sino de encontrar equilibrio. De aprender que el amor propio también implica reservar un poco de lo que entregas a los demás para ti misma.  


Tu esencia no está en cuánto das, sino en cómo lo haces. Y si lo que compartes es sincero, auténtico y nace desde el corazón, jamás será en vano. Solo recuerda que dar sin límites no es prueba de amor, y que mereces conservar un poco de esa energía para ti. 

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