miércoles, 16 de julio de 2025

DE LA TRAGEDIA A LA BENDICIÓN

La historia de Job

Muchos años después de Noé, vivía un hombre llamado Job, en una tierra llamada Uz. Al igual que Noé, Job era un hombre muy bueno que amaba y seguía a Dios. Tenía esposa y una familia muy numerosa, con siete hijos y tres hijas. Job los amaba mucho a todos y cuidaba bien de ellos. Tenía mucha fe; no quería tener nada que ver con la maldad. Y además era muy rico. Poseía siete mil ovejas, tres mil camellos, quince yuntas de bueyes y quinientos asnos. Job también tenía muchos sirvientes que trabajaban para él. Con razón lo llamaban el hombre más grande entre los pueblos de Oriente

Pero a veces a la gente buena le pasan cosas muy malas. Y a Job le ocurrieron cosas terribles. Job perdió a todos sus hijos el mismo día y también a todos sus animales y riquezas. Oh, qué triste estaba Job. Sin embargo, aun con el corazón destrozado, Job seguía amando, adorando y siguiendo a Dios. Dijo: «El señor me dijo lo que tenía, y el señor me lo quitó. ¡Alabado sea el nombre del señor!» (Job 1.21 NTV).

Seguramente Job no podía soportar una desgracia más. Pero contrajo una terrible enfermedad: unas desagradables llagas en la piel de la cabeza a los pies. Sin embargo, incluso en el dolor y el sufrimiento, Job seguía amando, alabando y Siguiendo a Dios... al principio. Pronto Job no pudo más con tanto sufrimiento. Estaba cansado, dolido y enfadado, clamó a Dios con dolor y confusión. Job culpó a Dios de todo lo malo. Job necesitaba un nuevo comienzo.

Así que, desde un viento fuerte y tempestuoso, Dios le habló muy en serio a Job para recordarle su gran poder y su maravillosa bondad. Dios le habló con severidad a Job para ayudarle a ver que tenía que arrepentirse por la forma en que había culpado a Dios. Y entonces Job vio, y se arrepintió y se entristeció por su pecado. Oró pidiendo perdón, y Dios lo escuchó y lo perdonó. Entonces Dios le devolvió a Job todo lo que había perdido... ¡y mucho, mucho más!

En la alegría y en el dolor, en la abundancia y en la pérdida, en la tragedia y en la bendición, Dios amó a Job y nunca lo abandonó. La historia de Job nos recuerda que, en todas las cosas —buenas o malas—, Dios obra y abre camino a nuevos comienzos

(Adaptado del libro de Job)

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