No importa cuánto te esfuerces por ser la pareja perfecta, porque la perfección no es lo que construye una relación sólida. No se trata de cumplir expectativas irreales, de evitar errores a toda costa o de moldearte para encajar en la idea de alguien más.
El amor verdadero no busca perfección, busca autenticidad. Busca compromiso, comprensión, crecimiento mutuo. Las relaciones no prosperan porque una persona lo haga todo bien, sino porque ambas se eligen, se respetan y se apoyan, incluso en los momentos difíciles.
Así que entiende esto: tu valor no radica en cuán perfecta puedes ser, sino en cuán genuina, presente y fiel a ti misma te permites ser. Quien realmente merezca estar a tu lado, te elegirá por lo que eres, no por lo que intentas demostrar.
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