Ser bonita no es solo una cuestión de apariencia, sino de autenticidad. Es permitirte sentir sin miedo, abrir tu corazón sin reservas, mostrarte tal cual eres sin temor al juicio.
La vulnerabilidad no te hace débil, te hace real. Vivimos en un mundo donde a veces parece más fácil ocultar lo que duele, fingir que todo está bien, levantar muros en lugar de puentes. Pero la verdadera fortaleza está en permitirte ser tú, con todas tus emociones, con todas tus cicatrices, con toda tu verdad.
No te prives de sentir, porque en cada emoción, en cada lágrima, en cada sonrisa sincera, hay belleza. Eres bonita no por ser perfecta, sino por atreverte a ser genuina. Y en eso, en esa esencia transparente y valiente, es donde más brillas.
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