Las palabras pueden ser bonitas, persuasivas, envolventes. Pero al final, lo que realmente define a una persona no es lo que dice, sino lo que hace. Porque el verdadero valor no está en promesas que se quedan en el aire, sino en acciones que construyen, que sostienen, que demuestran lo que hay detrás de cada discurso.
Cualquiera puede decir que es leal, pero la lealtad se muestra en los momentos difíciles. Cualquiera puede hablar de amor, pero el amor se prueba en los detalles, en el respeto, en la constancia. Cualquiera puede prometer cambios, pero la verdadera evolución no se dice, se vive.
Así que no te dejes llevar solo por palabras bonitas. Observa, siente, analiza. Porque al final, el valor de alguien no está en lo que expresa, sino en lo que realmente hace con ello.
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