Entiende esto: no a cualquier hombre le vas a importar de verdad, y no es porque haya algo mal en ti, sino porque el interés genuino no se puede forzar.
El cariño, el respeto, la presencia constante no son cosas que se mendigan; son cosas que se entregan naturalmente cuando hay verdadera intención. No importa cuánto amor des, cuánta comprensión ofrezcas, cuántas oportunidades brindes… si alguien no ve tu valor, no lo va a ver, y no depende de ti cambiar eso.
Lo que realmente importa es que no desperdicies tu energía en demostrarle a alguien lo que no quiere reconocer. Porque cuando una persona quiere estar, está. Y cuando una persona realmente se interesa, no deja dudas.
Así que en lugar de enfocarte en quien no te elige, dirige tu energía hacia ti misma. Porque cuando te valoras, automáticamente dejas de aferrarte a quien no sabe hacerlo.