La reciprocidad no significa que las personas actuarán exactamente como tú lo harías. Cada uno tiene su propia forma de demostrar afecto, compromiso o respeto, basada en su historia, su carácter y sus propias prioridades.
Esperar que los demás respondan de la misma manera en que tú lo haces puede llevar a decepciones, no porque no les importe, sino porque simplemente tienen una manera distinta de expresarlo. La clave está en reconocer quién realmente aporta a tu vida y quién solo está cuando le conviene.
No se trata de cambiar a los demás, sino de observar, de entender, de elegir con consciencia. Y si sientes que alguien no te da lo que mereces, quizá sea momento de rodearte de quienes sí saben estar desde el corazón.
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