La historia de Ester
Un día, hace mucho tiempo, en Persia, un rey llamado Jerjes decidió organizar un gran banquete. Al rey Jerjes le encantaba presumir de lo rico y espléndido que era. Ordenó a su esposa, la reina Vasti, que se presentara en su fiesta para que todos la vieran. Pero ella no quiso, así que no fue, y eso enfureció muchísimo al rey Jerjes. Estaba tan furioso que dictó un decreto real para que la reina Vasti no pudiera estar cerca de él nunca más y para buscar otra reina en su lugar.
Cuando el rey Jerjes comenzó a buscar una nueva reina, sus sirvientes reunieron a muchas mujeres bellas de todas partes de su país. De entre todas ellas, una llamada Ester era la más bella y amable, y fue la que más le gustó al rey. Así que eligió a Ester como reina en lugar de Vasti.
Ester era judía, pero lo había mantenido en secreto. Sus padres habían muerto, y la crio su primo llamado Mardoqueo, que la cuidó muy bien y velo por ella. No quería que nadie la maltratara por ser judía.
Mientras tanto, un hombre llamado Amán recibió una alta posición entre los dirigentes del rey Jerjes. Amán no era bueno, y quería que toda la gente se inclinara y lo honrara. Mardoqueo se negó a inclinarse ante nadie más que ante Dios. Por eso, Amán se llenó de odio hacia el pueblo judío y convenció al rey Jerjes para que dictara un decreto para que los mataran a todos.
Mardoqueo avisó a Ester de lo que ocurría. Le dijo que fuera a ver al rey y le pidiera clemencia para el pueblo judío.
Pero Ester dijo: «Si voy a ver al rey sin que me invite, me matarán. La única excepción es si el rey extiende su cetro y me perdona la vida». Y Mardoqueo dijo: «Si llamas, la ayuda vendrá a los judíos por otro camino, pero tú y la familia de tu padre morirán. Así que quién sabe, ¡quizás has llegado a reina para ayudar precisamente en un momento como este!».
Entonces Ester pidió a Mardoqueo que reuniera a todos los judíos para ayunar y orar por ella. Tres días después, Ester fue a ver al rey. No la rechazó, sino que le tendió su cetro y la recibió. Se le perdonó la vida y pronto pudo demostrarle al rey lo malvado que era Amán. Finalmente, Amán fue ejecutado y el rey Jerjes decretó de matar a todo el pueblo judío. Aún mejor, decretó que el pueblo judío pudiera protegerse y luchar contra cualquiera de sus enemigos
Gracias a que Ester creció en fe y valentía, Dios obró a través de ella para salvar a todo su pueblo.
(Adaptado del libro de Ester)
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