El tiempo tiene una manera curiosa de sanar incluso las heridas más profundas. Lo que hoy parece insoportable, con el paso de los días, los meses o los años, se transforma en un recuerdo, en una enseñanza, en una señal de lo mucho que has crecido.
El dolor nunca llega sin razón. A veces, nos sacude para despertarnos, otras veces nos obliga a soltar lo que ya no nos pertenece. Pero ninguna tormenta es eterna, ni siquiera aquella que nubla el alma. La vida sigue, incluso cuando parece haberse detenido.
Así que, aunque hoy duela, aunque hoy pese, recuerda: todo pasa. Y lo que queda después, si lo permites, es fuerza, es resiliencia, es la versión de ti misma que ha aprendido a levantarse una vez más.
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