Tu energía es un recurso valioso, y tu tiempo, un tesoro que no se recupera. A lo largo de la vida, encontrarás personas, situaciones y pensamientos que pueden drenarte sin darte nada a cambio. Por eso, aprender a cuidar lo que eres, lo que sientes y lo que entregas es un acto de amor propio.
No te desgastes intentando demostrar tu valor a quienes no quieren verlo. No gastes tus días en luchas que no te pertenecen. Tu energía florece cuando la inviertes en lo que realmente te nutre: en proyectos que te apasionan, en vínculos que te suman, en momentos que te hacen sentir pleno.
Cuida tu tiempo y tu energía como cuidas tu bienestar. No temas soltar lo que no te aporta paz, porque cada espacio que liberas es una oportunidad para llenarlo con algo mejor.
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