La tranquilidad es el refugio que todos buscan, pero pocos hablan de lo difícil que puede ser alcanzarla. No es solo un estado de calma que llega por sí solo, es un proceso, una elección constante de soltar lo que pesa, de poner límites, de aprender a escucharte sin el ruido del mundo.
Todos te hablan de paz, pero nadie te dice que, a veces, para obtenerla, tienes que tomar decisiones difíciles. Alejarte de lugares, de personas, de pensamientos que te roban serenidad. Dejar ir lo que ya no encaja en tu bienestar, aun cuando duela. Aprender a estar contigo mismo sin buscar en los demás la validación que tanto acostumbramos necesitar.
La tranquilidad no es ausencia de problemas, es encontrar equilibrio en medio de ellos. Es saber que, aunque la vida tenga momentos de caos, puedes elegir cómo reaccionar, cómo proteger tu energía y cómo construir tu propia paz. Porque al final, la verdadera tranquilidad no viene de afuera, sino de lo que decides dentro de ti.
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